miércoles, 9 de septiembre de 2009

Mi niño crece

y eso es muy bueno pero seguimos adaptandonos a marchas forzadas. Nuevos retos y quebraderos de cabeza. Miquel se pasa el día sentado jugando en su cuna o tumbado boca abajo jugando. Hasta ahí bien, pero ahora ha descubierto que puede apoyarse en el borde de la cuna y ponerse de rodillas. El colchón ya está bajado al máximo pero aun así temo que en uno de esos impulsos aterrize de cabeza en el suelo. Es urgente, por tanto, jubilar el moises. Las opciones que quedan son las mantitas en el suelo o un parque de juego. Esto último sería perfecto, pero ¿como lo cojo yo de ahí abajo? En el suelo lo puedo poner y levantar sin problemas pero no sé si podré hacerlo con la altura del parque. Otra opción, comprar varias alfombras de juego y olvidarnos del parque aunque así tenga que estar mucho mas pendiente de él.

La cuna grande le encanta, ha dormido ya alguna siesta en ella. Ahora lo que hay que encontrar un asiento cómodo y pequeño para que yo le pueda dar el pecho de noche. Me da pena que se cambie de habitación. Ahora es muy fácil alargar la mano y calmarle con una caricia si simplemente está inquieto a medianoche. Pocas veces me pide pecho pero todavía pide, así que he de encontrar la manera cómoda de dárselo en su habitación.

Aun utilizamos la mochila pero no sé cuanto durará. Ahora no sé si comprarme el fular o un cinturón perianal de esos que venden para sillas de ruedas pero creo que me decantaré por el fular.