viernes, 19 de noviembre de 2021

Reinventándome, de nuevo.

 De pronto, me encuentro de nuevo en una búsqueda personal. Debido a la pandemía mi hijo no fue al colegio, mi vida social se detuvo en seco. Ahora, gracias a estar vacunados, nos sentimos libres para retomar la nueva normalidad. Se acabó hablar de mi hijo, respeto su privacidad y soy consciente que lo estoy escribiendo en un blog sobre maternidad. A mi hijo ya le empiezan a salir alas, evidentemente la vida no será fácil para él como no lo es para nadie pero un poco mas. Ahí estaré yo para ayudarle en lo que pueda, como siempre. 

¿Pero qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con la mujer con discapacidad con necesidades y deseos que han sido enterrados bajo el título de MADRE? Se oye mucho lo del sacrificio de una madre, muchísimo, pero te encuentras tremendamente sola cuando decides ser madre, y ya no te digo nada si tienes una discapacidad que la sociedad aun ve incompatible con tener relaciones o descendencia. No existe ningún apoyo de tribu incondicional y más cuando ni tú ni tu hijo sois estándares. Yo decidí portear a mi hijo tres o cuatro años, estoy orgullosa de ello pero eso ha adelantado mi declive físico por mi discapacidad. Ya solamente puedo caminar dentro de mi casa y en mi cinta de caminar. También influyó bastante la mala decisión médica de inyectarme la butolínica en su día.

 Te intentas integrar como una madre mas en la época escolar pero tampoco es fácil cuando no existe accesibilidad en todos los pisos de amiguitos o en salas de cumpleaños (puestos a contar, vamos a decirlo todo).  O cuando se empieza a notar demasiado ese TEA o TDAH o la diversidad que le haya tocado a tu hijo en gracia y las invitaciones ya decaen o definitivamente desaparecen ¿Dónde está la tribu entonces? Es cuando te pones a buscar apoyos que ayuden a tu hijo a avanzar y a sociabilizar y ahí encuentras madres que presentan un perfil  parecido al tuyo. Y así acabas creando aquello de lo que huyes: un gueto. Así evitando a la sociedad la incómoda tarea de aceptar la diversidad. Es pura supervivencia, sentirte arropado por quienes no te juzgan por que también han pasado lo suyo.

Y llega el día que por unas horas te puedes quitar el traje de madre y te redescubres como mujer, como mujer con discapacidad luchando día a día por mantener su autonomía personal, su esencia, su felicidad mas allá del orgullo de ser madre. Es como despertar de un largo sueño, desperezar todos tus músculos y sentir que sigues viva después de más de una década viviendo por y para otra persona. Es aquí donde me encuentro ahora, volviendo a encauzar mi vida interior, buscando la paz y la plenitud. me siento plena escribiendo y en mi camino se ha cruzado Malarrassa, un diario local donde publico mensualmente. En mi camino, a mi lado, como siempre está Prou Barreres que encauza mis deseos de mejorar esta sociedad. También he iniciado un nuevo perfil reivindicativo y fantástico en Wattpad como estrellagg donde espero desarrollar mi vertiente mas creativa y liberal. Y así, reinventarme de  nuevo, día tras día.