La gente me señala
me apuntan con el dedo
susurra a mis espaldas
La irrupción de una mujer ciega, sorda, en silla de ruedas.... en una oficina, en un trabajo, en un autobús.... siempre ha generado murmullos y comentarios fuera de lugar. Estamos ya tan acostumbradas.
y a mi me importa un bledo.
que mas me da
si soy distinta a ellos
Esta afirmación conlleva un gran trabajo de autoestima y autoaceptación que si en cualquier mujer es complicado, mucho más en una mujer con diversidad que debe luchar con barreras mentales, arquitectónicas y sociales. Somos distintas y eso es bueno. Si somos distintas en nuestra manera de amar, desear o sentir fuera de lo socialmente establecido como correcto, ya la cosa se complica. Si somos heterosexuales, monógamas y fieles, aun recibiremos críticas por el deseo de tener pareja. Imaginaos qué pasa si nos salimos de uno de esos tres caminos. El entorno familiar nunca lo permitiría sin gran reticencia.
Enhorabuena si eres heterosexual, monógama y falta de fantasías raras. Quizás así, consigas una pareja de las mismas características y vivas una vida plácida y tranquila hasta que la muerte os separe. Eso está bien, eso es hermoso, es lo correcto….
¿Pero qué
pasa si, teniendo una discapacidad, osas a tener fantasías y sueños fuera de lo
convencional? Te tocará ir a la hoguera, directamente. A la hoguera interior
que te consume lentamente o a la hoguera social, que recrimina y capa ese deseo
inadecuado e inconveniente para ti. Por que ellos siempre saben lo que es mejor
para ti.
no soy de nadie,
no tengo dueño.
Técnicamente, nadie es de nadie pero ¿Quién es totalmente libre o quién quiere serlo realmente? salirte
del camino marcado duele, acaba doliendo si ese camino realmente no es el tuyo
pero lo tomas cediendo a instintos y deseos. Los instintos y los deseos te
hacen sentir viva pero también te matan lentamente. “Nunca pongas tu felicidad
en el bolsillo de otra persona” te dirá cualquier coach o psicólogo. Vale,
ahora me explicas como se hace eso sin ser un monje tibetano que ni si quiera
tiene bolsillos. Somos seres sociales, las relaciones personales que tengamos
marcan nuestro estado de ánimo queramos o no. El alma pide escaparse a cada
beso, caricia y abrazo y eso es bonito. Lo demás sería falso y vacío. Eso es la
vida, jugársela en una mirada aunque duela. Sentir, necesitamos sentirnos escuchados,
amados, deseados, mimados…
Yo sé que me critican
me consta que me odian
la envidia les corroe
mi vida les agobia.
Pues si, las mujeres con discapacidad recibimos críticas de todos lados. ¿Envidia? Nos cuesta entender que alguien nos envidie pero es así. Parece que tanta crítica nace del impacto que produce el hecho de no quedarnos en casita cuidadas por nuestra familia. La mujer, en general, hace décadas que tiene acceso a estudios superiores y trabajo. La mujer con discapacidad, en general, no. Que una mujer con discapacidad consiga algo tan común y, a la vez, complicado, como una carrera universitaria o trabajo no es sencillo, lamentablemente. Existe un alto porcentaje de paro en el segmento de mujeres con discapacidad y un bajo porcentaje de mujeres con estudios universitarios. La sociedad crítica aquello que se sale de sus criterios de "normalidad" y lo envidia por tener la desfachatez de tener una vida plena con discapacidad.
¿Porqué será?
yo no tengo la culpa
mi circunstancia les insulta.
Idea reiterada. La circunstancia de la discapacidad no siempre es comprendida. Irrita a la sociedad que reivindiquemos nuestros derechos, que sepamos que todo lo que no podemos conseguir es, en primera instancia, por barreras arquitectónicas y mentales de esta sociedad. Mi circunstancia de no poder subir una escalera insulta a una ciudad excluyente al tener barreras arquitectónicas, por ejemplo.
Mi destino es el que yo decido
el que yo elijo para mi
¿a quién le importa lo que yo haga?
¿a quién le importa lo que yo diga?
Dudo mucho que cualquier persona pueda decir esto al 100%. Siempre hay circunstancias externas que condicionan nuestra vida. Pero, una vez, hablando de una mujer con discapacidad, se tiene claramente limitaciones a la hora de elegir su destino pero ahí está el deseo.
yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré
¿A quién le importa lo que yo haga?
¿a quién le importa lo que yo diga?
yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré
Desde que nacemos he de esforzarnos el triple por ser mujer y tener una discapacidad. Forjar nuestra personalidad y evolucionar no es fácil cuando se nos infantiliza sistemáticamente. Nunca cambiaremos, nunca dejemos que no se nos permita crecer y perseguir nuestros sueños. Hablemos, opinemos y gritemos si hace falta.
Quizá la culpa es mía
por no seguir la norma,
ya es demasiado tarde
para cambiar ahora.
Culpabilidad. Tan amarga compañera cuando perseguimos nuestros sueños, deseos y anhelos sin comprensión social. Somos seres sociales, las relaciones personales que tengamos marcan nuestro estado de ánimo queramos o no. El alma pide escaparse a cada beso, caricia y abrazo y eso es bonito. Lo demás sería falso y vacío. Eso es la vida, jugársela en una mirada aunque duela. Sentir, necesitamos sentirnos escuchados, amados, deseados, mimados…
Y todo eso
tiene un precio, un alto precio. Cuando alguien te da, tú das y eso es la vida,
DAR e intentar seguir entera. Un difícil equilibrio. O quizás sea seguir entera
con lo que la otra persona te aporta, atesorarlo y convertirlo en algo tuyo
como una buena autoestima o una buena autoimagen, a la vez que tú le ofreces lo
que la otra persona mas necesita y a ti te sobra o deseas dárselo, sin más. Y
estoy hablando a un nivel básico, animal, fuera de convencionalismos sociales.
La sociedad nos ayuda a vivir según unas normas pero se nos prohíbe escuchar
nuestros instintos más básicos y puros. Se nos calla cuando deseamos ser
sinceros, se censuran besos y abrazos fuera de lugar. Todos estamos dentro de
este juego maquiavélico aunque haya empezado hablando de personas con
discapacidad, quizás por estar más supervisadas en su entorno familiar. Duele atesorar
besos, abrazos y caricias y no tener a quien dárselos.
Me mantendré firme en mis convicciones,
reportaré mis posiciones.
Mi destino es el que yo decido, el que yo elijo para mí
No nos queda otra por que para esta sociedad estamos muy bien en nuestra casita sin pedir ni desear nada. No sé cuál es mi destino ni el de la mujer con discapacidad en general, por supuesto. Pero con el simple hecho de demostrar en nuestro día a día que esta sociedad excluye a cualquiera persona con discapacidad y denunciarlo, estamos avanzando aunque sea muy lentamente. Por ello, necesitamos que la mujer con discapacidad esté presente en cualquier ámbito y esto no sea considerado como algo extraordinario. No debemos permitir que personas con discapacidad sigan bajo el yugo familiar que no le permite decidir sobre su vida social, laboral o sentimental. Queda mucho por hacer. Debemos ser dueñas de nuestras propias decisiones, equivocadas o no.