lunes, 28 de junio de 2010

Viaje exprés a Madrid

Eso hemos hecho este puente de San Juan. Realmente fuimos demasiado lejos y el viaje se nos hizo muy largo, sobre todo al pequeño pero valió la pena. Desde que nació Miquel no hemos hecho ninguna escapada y ya nos apetecía.

Me gusta Madrid. Sólo he estado en tres ocasiones por muy pocos días pero siempre me llevo la misma impresión: Una ciudad abierta, amable... Creo que los madrileños son mucho más extrovertidos que nosotros, los catalanes. Son abiertos y generosos. Por favor, no quiero fomentar topicazos como el del catalán tacaño pero si es cierto que nos cuesta mucho más abrirnos a la gente. Conocí a Fani, una amiga y lectora de mi blog que tiene paralisi cerebral y dos niños preciosos (de dos años y tres meses cada uno). Además, es la co-administradora del grupo de Facebook Las supermamás y superpapás . Miquel se lo pasó pipa con ellos después del largo viaje, durante el cual vió un dvd infantil y comió galletitas. Llegamos al hotel dde noche, a la habitación con baño adaptado que yo había reservado (aquí si que pude, me he encontrado hoteles en que ¡las habitaciones adaptadas son solamente individules!). Pero nos dimos cuenta de que era imposible meter la cuna, así que nos dieron otra habitación no adaptada ¡cachis! ¡Qué los discapacitados también nos reproducimos ¡leñe! Afortunadamente, la habitación no adaptada también contaba con plato ducha a nivel del suelo pero sin asiento ¡tendré que acostumbrarme a llevar una silla de playa en el coche! La cuna que le dieron a Miquel era una de viaje. Ahí no lo puedo ni meter ni sacar yo sola pero me gustó que tuviera una cremallera en un lateral como "via de escape". No la uitizé pero es una idea a tener en cuenta... Aunque llevamos la barrera de cama por si había que recurrir al colecho, Miquel durmió como un bendito todas las noches.

El tute que nos dimos andadndo por la Puerta del Sol, me pasó factura con ampollas en los pies. No sé, quizá deba replantearme mis limitaciones pero llevarme la silla hubiera sido misión imposible. No tengo silla manual y, en caso de tenerla, Jordi debería empujarme todo el tiempo. A él no le importa pero autonomía cero. El día siguiente fue mas relajado, sólo fuimos a Aranjuez. Realmente, muy bonito. Decidimos volver esa misma tarde, para descansar el domingo pero no fue buena idea. Llegamos a casa a la una de la mañana y Miquel se desveló por completo. Nos costó horas y horas dormirlo. Hemos acabado el fin de semana agotados. Ni si quiera fui a mi clase de equinoterapia, que me va genial.

Fuimos a Madrid cargados de potitos y leche y casi volvimos igual. Miquel ya no quiere potitos, prefiere probar cosas nuevas: croquetas, pasta... Y con la calor que hacía, es normal que no tuviera hambre.