lunes, 7 de febrero de 2011

Mi historia de la lactancia

Mi hijo tiene 23 meses y aun pide teta. Si me llegan a decir que pasaría esto cuando Miquel tenía dos meses no me lo creo ni loca.

Durante el embarazo estaba muy segura de querer dar el pecho a mi hijo. Me parecía saludable para él y para mí, algo hermoso y fácil. Debe ser algo natural, instintivo… Fui a charlas sobre lactancia que te prevenían sobre las grietas, mastitis… Pero curiosamente esos males eran tan fáciles de evitar poniendo bien al niño al pecho que para qué preocuparse. Así que he de reconocer que cuando aceptaba darle el pecho a mi hijo no tenía una visión realista del asunto.
A las 42 semanas se me programó el parto ya que el niño estaba perezoso. Antes de ir al hospital el día de la programación, rompí aguas en casa. Me hizo ilusión, quizás el parto sería natural. Al llegar al hospital, me monitorizaron y todo iba bien pero a la media hora el niño presentó sufrimiento fetal y hubo que hacer cesarea. Yo había dejado mi plan de parto donde pedía que tanto en parto natural como en cesarea me dejaran el niño para iniciar la lactancia si era posible. Pero el niño necesitó reanimación superficial y se lo llevaron a su padre. La primera vez que lo ví fue a media luz, en brazos de su padre. En seguida vino una enfermera a ponérmelo al pecho. No recuerdo sus indicaciones. Sólo sé que mi niño recién nacido baboseaba torpemente mi pezón buscando su alimento. Es una sensación, bestial, casi animal tan fuerte…

En los días siguientes, en el hospital, Miquel pronto me hizo grietas dolorosísimas en los pezones pero había que seguir dándole el pecho para curarlas y que aprendiera. En una ocasión, dejamos a Miquel con las enfermeras para pasear un poco en el pasillo, al volver lo vimos rodeado de enfermeras dándole mimitos y ¡con un chupete en la boca! Dice Jordi que puse una cara de asesina... Ponerle al pecho era sinónimo de ponerle nervioso, se ponía a buscar aquí y allá. Terminaba "mamando" desesperado de mi brazo, mi vientre, de su mano... y como no sacaba nada pues mas desesperación. Era realmente estresante.

Una vez en casa, Miquel se dedicó a dormir y a intentar mamar. Nos sentíamos muy inseguros. Me dolían horrores los pezones y, lo más preocupante, no estábamos seguros de que Miquel se alimentara correctamente, así que ante esta duda no hay principios que valgan. Jordi fue a la farmacia a por un sacaleches manual y biberones. Como tenía herida en los pezones, la extracción fue bastante dolorosa pero conseguí suficiente leche para calmar a Miquel. El viernes tuve que volver a sacarme leche y dársela en biberón aunque seguía poniéndole al pecho y curándome las heriditas del pezón. Por las noches, le daba el pecho por no tener que estar media hora con el sacaleches y Miquel se cogía. Me parece imposible llegar a los seis meses de lactancia materna.
Cuando Miquel cumplía un mes yo estaba con dolor de pechos y con riesgo de mastitis por que el señor no me vaciaba bien los pechos. He tenido que darle biberones enteros en dos ocasiones por que se ponía tan nervioso que era incapaz de mamar. Y yo vaciarme los pechos con el sacaleches manual. Parece mentira porque algunos días la lactancia va como la seda y otros es un calvario. Estaba con los pezones doloridos aunque sin grietas. Me alquilo un sacaleches electrónico por diez días y esto me salva de la inflamación de pecho. El pediatra me sugiere darle suplemento de leche en polvo con biberón por que no ha ganado suficiente peso. A los tres meses empezamos así con la lactancia mixta aunque Miquel sigue rechazando el pecho. No soporto ver a mi hijo llorando ante mi pecho y riendo ante el biberón. Decido dejar la lactancia materna y darle biberón, dándole el pecho lo mínimo para que no me gotee. Sorprendentemente, descubro en los siguientes días que, intercalando biberones, las tomas de pecho se vuelven tranquilas y placenteras. El dolor de los pezones desaparece de un día para otro. Así que, en cuestión de un mes y medio, los suplementos en biberón desaparecen casi por completo y conseguimos una lactancia materna placentera para ambos. Estamos en los seis meses, con el “permiso oficial” para dejar la lactancia materna, justo ahora que la empezamos a disfrutar ¡Anda ya! No quería dejar de dar el pecho, era algo que sólo podía hacer yo, algo saludable, íntimo. Unos momentos preciosos con mi niño.

Seguimos con el pecho, papillas… Ahora todo es fácil. Al niño le encanta mamar aunque sigue sin estarse quieto. Me preocupaba el hecho de que, por mi discapacidad, no supiera colocarlo al pecho cuando el niño fuera más grande. No contaba con que lo haría él solito y que me descubriera el pecho al menor descuido ¡tengo a un teta adicto! Creo que de saber lo que sé hoy, no me hubiera angustiado tanto por el peso del niño y hubiera confiado más en mí misma aunque pienso que los biberones no tienen por que interferir en la lactancia materna ¡En mi caso, la salvaron!

Mi niño tiene 22 meses y toma teta nada más levantarse, después papillas y pecho a demanda durante el resto del día. Si me llegan a decir esto al mes de nacer Miquel no me lo creo. Ahora oigo mucho eso de “debes dejar de dar el pecho ya” pero no encuentro ningún motivo para hacerlo. Ni la manera: ¡ Miquel sabe encontrar su teta en cualquier momento y sin ayuda! Por eso, en realidad puedo decir que yo he dejado de dar el pecho hace medio año más o menos ¡por que ahora lo coge él! Así que, realmente, yo hace meses que he dejado de dar el pecho ¿no?


Este texto fue publicado en catalán en http://criatures.ara.cat/somlallet/2011/01/19/una-lactancia-mes/comment-page-1/