Y llegó el día. El día en que empezamos a medicar a mi hijo por TDAH. Anticipación y una gran sonrisa. Debía demostrar la confianza que no sentía ni de lejos. Le explicamos que esa pastilla le ayudaría, que se encontraria mejor y aprendería más. El problema de tragar una pastilla por primera vez fue superado sin problemas. Ahora quedaba averiguar cómo le sentaba la medicación. Empezamos a dársela un sábado para poder observar posibles efectos secundarios. No sé si esperaba que se quedara K.O. o que le salieran tentáculos. Cualquier cosa que justificase el miedo que sentía. Pero la esperanza de que funcionara era mayor.
Fuimos al parque aquella mañana. Mi hijo se mostró activo, hablador y juguetón como siempre pero por el camino su andar era menos caótico que de costumbre. Durante la comida no se levantó ni una sola vez. Por la tarde se puso a leer números sin que nadie se lo pidiera. Eran muchas novedades para ser una coincidencia. Mi hijo seguía siendo él mismo pero era capaz de hacer cosas con facilidad, cosas que antes le costaban mucho más. Me tuve que rendir a la evidencia y aceptar que la medicación le hacía falta y le iba super bien. En el colegio también notaron un cambio notable. Estaba mucho más "conectado " a su entorno. Esto también ha generado problemas pues se ha vuelto más sensible a las críticas y esto le ha supuesto conflictos que le han desbordado momentaneamente. Toso se soluciona hablándolo y dándole nuevas estrategias.
Medicar por TDAH no suprime ni una sola sesión de logopeda o de psicopedagoga. Todo apoyo sigue siendo necesario pero los avances del niño son mucho más evidentes. En cuestión de 15 días mi hijo empezó a juntar fonemas, ¡a leer! y consiguió su ansiado premio. Sé que esto se ha conseguido con un año de trabajo previo pero el esfuerzo final fue mucho más fácil gracias a la medicación. Si, estoy contenta de haber dado a mi hijo lo que necesitaba. Medicar a un niño implica una preocupación extra por posibles efectos secundarios, incompatibilidades, etc.... Pero cuando los resultados compensan, el balance es claramente positivo.
Mi hijo ahora lee, puede hacer los deberes sin estar obligándole a permanecer sentado. Incluso puede hacer deberes o leer en plena calle o en un bar. Los padres de niños no hiperactivos no entenderán lo extraordinario de este hecho. Pero mi hijo también sigue riendo y disfrutando del juego como el que más. Sigue siendo él mismo o incluso más. Últimamente, hemos tenido conversaciones profundas de sus sentimientos, de sus ideas.... No voy a decir que no lo conocía pero que él exprese todo lo que piensa también es algo nuevo y maravilloso. Él mismo me ha dicho que "su cerebro funciona mejor ".
No pretendo hacer apología de la medicación. Yo misma no hubiera hecho caso de este texto hace un año y hoy lo estoy escribiendo. Llega un momento en que sabes que es necesario y punto. He leído y apoyado textos que criticaban a la industria farmacéutica por inventar trastornos para vender fármacos. Pues bien, he de rectificar, he de reconocer que lo que no han conseguido terapias, amor, conversaciones, apoyo incondicional. ... lo ha conseguido una pastilla. Me costó reconocer la existencia del TEA y ahora aceptar el TDAH ha abierto el camino a mi hijo. Mi hijo ha tenido todo el apoyo y el amor del mundo, se le ha escuchado, se le ha puesto límites, ha ido a terapía... y todo eso seguirá así pero la medicación, en su caso, ha sido clave para poder avanzar. Sé que siguen habiendo voces que niegan la existencia del TDAH. Por supuesto que encontraremos especialistas que niegan su existencia como especialistas que la confirman. En internet puedes encontrar exactamente lo que desees leer en ese momento. A mí me da igual como se llame lo que tenga mi hijo pero soy responsable de proporcionarle lo que necesite. Yo necesitaba respuestas y las he encontrado por que estaba dispuesta a aceptarlas aunque no fueran de mi agrado. Es todo un camino recorrido y nada fácil pero ahora estamos, al fin, en la dirección correcta.