martes, 11 de enero de 2011

El caga cadira



En la noche del 24 de diciembre, los niños esperan ansiosos a darle palos al Caga Tió para que les cague sus regalos. Es una tradición catalana que lucha contra Papa Noel para mantenerse. Nosotros se la queremos enseñar a Miquel.

El Caga Tió es un tronco con una cara pintada. Aunque en mis tiempos de cole (en casa no lo hacía al tener padres no catalanes), era una simple corteza de tronco. Durante todo el mes de diciembre se le debía dar de comer para que cagase bien el 24. Cualquier cosa valía, en el cole lo que mas abundaba eran las cáscaras de mandarina (esa que te metía tu madre junto al bocadillo para que comieras fruta).

“Como muchas de las tradiciones que hoy en día celebramos, el caga tió tiene origen pagano y parece ser que guardaba relación con la celebración del solsticio de invierno. En sus orígenes, no era mas que un tronco que quemaba en la casa y regalaba calor, luz y, simbólicamente, todo lo necesario para la celebración, como podían ser turrones, caramelos y barquillos[…] Como todas las tradiciones, ésta también ha evolucionado a lo largo de los años y en cada casa se vive de una forma particular. La mas común seria la de que los niños busquen un tronco, que deberán alimentar y cuidar, para que se convierta en un ser mágico y les obsequie con presentes. La forma de conseguir estos regalos seria picándole con un bastón mientras se canta una canción popular. Los regalos se encuentran junto al tronco cubiertos por una manta.” (extraido de http://iruasecas.bitacoras.com/archivos/2005/12/24/el-caga-tio)

Pudimos comprar el tronco pero el precio nos parecía abusivo y Jordi, muy optimista él, quería ir a buscar el tronco a la montaña. Al final, el 24 estabamos sin tronco y sin Tió. Se me ocurrió innovar (debe ser la costumbre ya). Juntamos dos sillas de comedor y las cubrimos con una manta. Miquel cantó con su padre el “caga cadira” (caga silla) mientras veía que no había nada debajo de ella. Después se iba a ver el Belén mientras su madrina escondía los regalos debajo. Era muy gracioso cuando levantaba la manta y veía que ahora sí habían cosas. Le gustó mucho un caballito balancín que le trajo la madrina aunque lo que le volvió loco fue una guitarra ¡Hasta las dos de la mañana tocando la dichosa guitarra!

En reyes, los regalos no fueron muchos: muñecos de Epi y Blas, ropa… Pero lo que si duda triunfó fue el regalo de mi madre: Le regaló un estuche con champú y colonia. Y ya tenemos a Miquelet echándose colonia todo el día y dándonos la mano a oler. Y es que Miquel está hecho un dandi.