Cuando te vas a comprar un piso (sobre todo, si es el primero) sueles ser optimista y poco crítico. Y más cuando lo compras sobre plano ¡Los muebles siempre están impecablemente distribuidos y sobra sitio!. Tras unos meses, te dan las llaves del piso y descubres los primeros fallos ¿No habíamos pedido que solo nos pusieran un lavabo en vez de dos en el baño? ¿Esa puerta no abría hacía el otro lado? La terraza medía medio centímetro, o sea, un metro ¿Por qué ahora mide menos de cincuenta centímetros? Haces las quejas oportunas pero de poco sirven. De todos modos estás feliz ¡El comedor es gigante! Y tienes tres habitaciones que llenar. Pasas de tener todo tu mundo en tu habitación en casa de tus padres a dispersar tus cosas por toda tu casa (tus cosas y las de tu pareja). Encuentras más fallos pero ¡qué importa!
Hasta que te planteas tener un querubín. Ahí te das cuenta que esa expansión exponencial de vuestras cosas quizás haya sido desmesurada y coges el metro para reubicarlo todo. Ya he comentado alguna vez que las dos habitaciones que estaban disponibles para Miquel no permiten muchas alegrías pero el moisés está en nuestra habitación los primeros meses y el niño solo juega en brazos. A partir del medio año se plantea un problema: El niño necesita estar en el suelo, jugar y explorar. Los parques me parecen inaccesibles así que le compramos una gran alfombra de goma hecha de piezas. Evidentemente, se la ponemos en el comedor retirando la mesa de centro a una esquina. El comedor se va llenando de juguetes de manera incontrolada. En el comedor comemos, vemos la tele, tenemos el ordenador (la torre está a una altura elevada para que Miquel no lo apague y encienda mil veces) y la alfombra de Miquel lo preside. Cuando empezó a gatear se retiró parte de la alfombra porque nunca estaba en ella. Cuando empezó a andar, parte de la alfombra quedó encima de la mesa de centro para proteger el cristal ya que allí estaban sus juguetes amontonándose. Compramos un baul para los juguetes pero solo conseguimos que Miquel se olvidara de ellos o se zambullera peligrosamente en él. Creo que llegó un momento en que ninguno de los tres estábamos a gusto en el comedor. Le llevé a su habitación algunos juguetes. Cambié el baúl por una cajonera de plástico que le gustó bastante.
Pero el caos del salón seguía igual. Vaciamos un rincón del comedor cambiando un mueble de sitio. Allí pusimos la mesa de centro con la alfombra de goma encima, pero faltaba una solución de e almacenaje. Pensé en comprar un mueble específico para juguetes ya que hay auténticas monerías. Pero es un gasto importante que no puedes reciclar ni utilizar para otras cosas. Pensé en algún mueble de Ikea pero no me cabía…. Hasta que me dí cuenta de la solución ideal: Una estantería bajita que teníamos en otra habitación llena de carpetas y papeles nuestros. Estupenda excusa para tirar cosas. Sin gastar un duro, Miquel tiene un rincón de juguetes fantástico. Todos sus juguetes caben en al estantería y él llega a todos. En la mesa están los que más le gustan. ¡Hemos recuperado el comedor, al fin!
Yo creía que Miquel no jugaba con juguetes por que ni los veía de amontonados que estaban pero ahora los tiene todos expuestos y colocaditos y ¡no coge ni uno! Solo coge sus batutas (palos de los portarrollos de cocina), la guitarra y un ordenador portátil de juguete que utiliza de atril. Mañana es su cumpleaños y le hemos comprado juguetes (¿Por qué los adultos nos empeñamos en comparlos?)
Ya sabeis que ahora utilizo todo lo que puedo los tirantes para llevar al niño por que ya me cansa llevarlo siempre en el regazo. Casi me empezaba a preocupar por buscar una manera alternativa de llevarlo cuando el propio Miquel me ha dado la solución: El otro día iba caminando a mi ladito con los tirantes hasta que se cansó. En lugar de venir a pedirme brazos, se fue a la parte posterior de la silla, se subió a la batería y se agarró al manillar (yo no solté los tirantes y llegaba) y ¡tan feliz! Yo fui muy despacito vigilando si pretendía bajarse o no. Sé que no es una solución viable ya que puede ser arriesgada pero nos hizo gracia.
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