lunes, 16 de mayo de 2011

Las nanas

Quizás sea algo tarde para escribir sobre el tema pero es algo que sigo utilizando con mi hijo de 27 meses, así que no es un tema baladí.
No es algo que me preocupara en los primeros meses, ya que el niño caía rendido enseguida que se ponía a mamar. Pero a los tres o cuatro meses ya empecé a recurrir a ellas y me dí cuenta de mi escaso repertorio. Parece mucho más efectivo que el bebé preste atención a lo que dice mamá para dormirse que escuchar una música de CD por ejemplo (Me acabo de dar cuenta de que dentro de quince años podría escribir esta misma frase...) Te entusiasmas buscando en tu memoria y en CDs bonitas canciones que cantarle a tu hijo. Con estrofas preciosas y bonitas melodias que entonas como puedes.
Cuando te das cuenta de que es cuestión de repetirla durante una hora o más vas simplicando la letra. He pasado del "Frere Jacques, frere Jacques, dormez vous, dormes vous, sonne le matine, sonne le matine, din dan don, dindandón", por "eráse una vez un barquito chiquitito..." hasta llegar a " Din don din don dan, las campanas sonarán, din don dan, las estrellas brillarán. Din don din don dan y los niños dormirán". Actualmente, el hit del momento ha quedado en " Din don din don dan, las campanas sonarán, Din don din don dan y Miquelin se dormirá". También hubo una breve etapa en la que la nana consistía en canturrearle números (hay que hacer lo que sea para no quedarse dormida antes que el niño) Realmente funcionaba: caía frito antes de llegar a 50. Pero dejé de usarla el día que llegué a 250 y el niño seguía despierto. Volvimos a las campanas.
Seguimos durmiendo con la teta y las nanas. Su padre utiliza el chupete y contarle cositas. Ambos lo dormimos en brazos, no hay manera de que se duerma en su cuna. Aunque una mañana me sorprendió: Me despertó Miquel exclamando desde su cuna "mama, desperta", miré el reloj y me sorprendí de tener tanto sueño a las ocho de la mañana. Me levanté como pude y fui con el niño. Como lo vi tan espabilado no me molesté en bajar la barrera y el niño bajó de la cuna por un ladito como siempre. Me pidió teta. Mientras tomaba pecho le puse las zapatillas pero me sorprendió que se estuviera durmiendo otra vez. Miré mejor el reloj y ¡apenas eran las siete de la mañana! ¿y ahora que hago? Tenía al niño medio dormido en brazos, la barandilla sin bajar y no podía bajarla sin utilizar las dos manos... En mi cama no quería dejarlo por que es muy alta ¿y si lo dejo en el sofá del comedor? ¡si, eso haré! Cuando ya lo tenía todo planeado, el niño se incorpora, se baja de mis brazos, se sube a la cuna por la esquinita libre, se sienta en la cuna y exclama ¡Zapatos!. le quito las zapatillas y el niño se tumba ¡Dormido al instante! Aun estoy flipando en colores con ese momento que no ha vuelto a suceder ¿Telepatía? ¿el niño se dió cuenta de la situación y colaboró? No he vuelto a dormirlo en brazos teniendo la barandilla puesta pero no sé qué pasaría ¡Mi niño es más listo!

2 comentarios:

Marisa dijo...

Jajaja, Estrella: leerte es una delicia. Mi sonrisa no es malintencionada; me he imaginado la situación y cómo lo solucionó tu hijo. ¡Menuda gracia te haría a tí! ¿Sabes que yo duermo igual a mi madre de 90 años? le canto y cuento hasta 20 para volver a empezar si no caigo yo antes que ella, pero yo no soy madre; eso tiene más mérito.
Eres todo un ejemplo de superación.

Estrella dijo...

Gracias, guapa. Pues no sé, no sé, dormir a un adulto que ya tiene todas las etapas del sueño y vicios adquiridos... Uff! eso si que es de máster!