El patinete también me ha venido bien a mí. Miquel ya no quiere ir tanto encima mío y la silla y el patinete caben perfectamente en el ascensor. Así que todos contentos... El único problema es que ahora si que le tengo que meter la quinta a la silla para alcanzar al niño pero Miquel sabe muy vien que debe frenar al primer aviso de su madre.
Solo hemos ido una semana a Galicia pero se nos hizo eterna por el frio y la lluvía. Miquel disfrutó de lo lindo encendiendo la chimenea con su padre. Yo contaba con otra silla electrónica alli, lo que me permitió ser más autonoma que otros años aunque no la saqué del pueblo. En la pequeña ciudad que visité, Verín, aun hay demasiadas barreras arquitectónicas como para ir con silla. Así que llevaba el andador.
Pero es muy bonito ir tú sola a campos y prados en los que estuviste cientos de veces de pequeña pero nunca sola, nunca llegué hasta ahí de manera autonoma como este año aunque fuera sobre cuatro ruedas. Poder quedarte ahí sin nadie alrededor y escuchar el silencio, la paz sin ninguna interferencia, por primera vez.
Bueno, vale, también fui acompañada por mi pequeño buscador de moras y su padre. Realmente, Miquel disfruta del campo, de las granjas... No teme a ningún animal. Se sentía libre y feliz. A pesar de ello, yo sentí cierto alivio al volver a casa y recuperar plenamente mi autonomía.
Ahora todos tenemos ganas de empezar el colegio incluido Miquel que echa de menos a sus amiguitos.
Cogiendo y comiendo moras
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